¿Por qué debes acompañar a tu hija a abortar?

Acompañar significa “dar compañía”. En este artículo vamos a hablar de por qué el acompañamiento contribuirá a que los adolescentes construyan una vida sexual sana.

Los papás de Ángela se enteraron de que su hija de 14 años iba a tener un bebé hasta el momento en el que empezaban las contracciones. La manera en la que Ángela transitó su embarazo, aún en la misma casa en la que vivían sus padres, ella y su hermana, fue en silencio. Probablemente por no sentir confianza de su entorno o tener las herramientas para comunicar lo que le ocurría. 

Lejos de podernos imaginar lo que Ángela o su familia vivieron durante esos meses, podemos reconocer que una mujer, frente a la pregunta ¿quiero tener un bebé ahora?, tiene que resolver muchas más decisiones vitales al mismo tiempo. Aquí la importancia de la presencia familiar: acompañar no es algo dado o sencillo. 

Hablemos del verbo acompañar en su sentido amplio: no es “ir junto con”, sino “dar compañía”. Es una cuestión activa que parte de la autonomía de dos partes en una relación. En este caso, entre madre y padre, e hija. Ante un embarazo adolescente, pero sobre todo en el día a día, tu voluntad de acompañar a tu hija en todo momento debe motivarla para que la comunicación de las cosas importantes sea natural y no un motivo para el conflicto. En suma, que no tenga que afrontar los cambios de la adolescencia en secreto ni en soledad.

En la mayoría de los casos, los adolescentes no tienen la información ni la confianza para relacionarse con su sexualidad. Esto debido a varios factores como la parcialidad con la que se aborda la educación sexual en los colegios, los estigmas sociales, y por lo tanto, lo poco que hablamos sobre anticonceptivos o sobre la interrupción voluntaria del embarazo.

Aquí hay que puntualizar: un aborto es un procedimiento clínico. En algunos lugares es perfectamente legal y en otros (en la mayor parte de Latinoamérica) aún no lo es.

La no criminalización del aborto es un primer paso

En México, la mañana del martes 7 de septiembre, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), declaró como inconstitucional la criminalización del aborto en las legislaturas de los diversos estados del país. Aunque el fallo de la Corte fue unánime, se dio 14 años después de que la interrupción voluntaria del embarazo fuera legal en la Ciudad de México. Es decir, falta tiempo para que este precedente modifique las leyes en cada estado.

De lograr la legalización en todo el país, las niñas y mujeres que tengan que recurrir a un aborto en cualquier región de México, no lo harán en la clandestinidad, sino en espacios seguros, accesibles, dignos y exentos de violencia.

El Gobierno de México define en su documento Atención médica del aborto que: “El aborto médico en condiciones seguras es la terminación del embarazo realizada por profesionales de la salud capacitados, que aplican técnicas médicas y fármacos adecuados y en condiciones higiénicas, así como en los términos y plazos permitidos, de acuerdo con la legislación aplicable en cada país y previo cumplimiento de los requisitos.”

Ahora volvemos al tema que nos ocupa: el principal motivo por el cual lo debes acompañar a tu hija menor de edad a abortar, si tal es su decisión, es porque es un requisito legal. En lugares como la capital mexicana, y en los estados de Hidalgo o Oaxaca, donde la interrupción del embarazo es legal sin importar el motivo por el que se haya decidido, si es una menor de edad, debe ir acompañada de sus padres.

La vulnerabilidad y confusión emocional

La incertidumbre que atraviesa una adolescente ante un embarazo no deseado, la presión social y familiar, y la desinformación, pueden orillar a tu hija a tomar decisiones arriesgadas que perjudicarían su salud. Surge la pregunta obvia de por qué no va a querer que sus padres la acompañen. Por qué no va a acudir a ustedes. Por qué no va a querer siquiera decirles que está embarazada. Por qué, incluso, estando embarazada, entrar en negación y dejar pasar el tiempo, o desde su mente adolescente, romantice su embarazo y su noviazgo, etc. Aquí es decisiva la intervención oportuna y respetuosa de los padres para plantearle la posibilidad del aborto.

Escucharla y guiarla para que revise las opciones que tiene, sea con su pareja o no, pero en tu compañía, procurarle cariño y apoyo psicológico, será la mejor manera de acompañarla durante el proceso. 

Ana Lager, en su investigación Embarazo no deseado habla también sobre el impacto emocional tanto de acudir a un aborto, como de no acudir cuando se trata de un embarazo no deseado: “Cuando se acompaña de sentimientos de culpa y se lleva a cabo en condiciones traumáticas, el aborto inducido también tiene consecuencias psicológicas como depresión, ansiedad y miedo. No obstante, es importante señalar que la continuación de un embarazo no deseado y la experiencia de ser madre contra voluntad también suele tener consecuencias emocionales graves.” 

No podemos prescindir de brindar nuestra compañía, que ante una situación como esta no podrá garantizar su bienestar, pero sí prevenir mayores daños en la salud mental de nuestras hijas. 

Requisitos para la Interrupción Legal del Embarazo (ILE)

Es aquí que acompañar a tu hija se vuelve indispensable y puede definir sus decisiones, integridad y salud. Hablamos de por qué es importante acompañar en lo amplio de la palabra, pero en este caso, tu hija menor de edad tiene que asistir a realizar el procedimiento contigo. Estos son los requisitos en la Ciudad de México:

  • Acta de Nacimiento (original y copia)
  • Curp
  • Credencial de la escuela o certificado de estudios con fotografía. O pasaporte vigente (original y copia)
  • Comprobante de domicilio (original y copia)
  • Ser acompañada por madre, padre o tutor con identificación oficial
  • No sobrepasar las 12 semanas de embarazo

Si tu hija ha tomado la libre decisión de interrumpir su embarazo y en tu estado o región el aborto no ha sido plenamente legalizado, es muy importante que viajes con ella a las ciudades donde esta práctica es legal, y hacerlo dentro de los plazos estipulados y con todos los requisitos.

Los riesgos para la salud física y emocional durante el proceso

La cifra de embarazos clandestinos en México que aproxima el periódico estadounidense Washington Post es de 750,000, contra solamente 16,974 abortos al año realizados en los Institutos de Salud Pública. La primera cifra nos habla de un riesgo de muerte alto por tratarse de abortos que se dan en condiciones no favorables y en el desconocimiento de los cuidados más adecuados para la salud. En relación a estas estadísticas, encontramos el análisis de Lager:

“Un estudio realizado en el Instituto Mexicano del Seguro Social muestra que el 63% de los internamientos de pacientes con problemas relacionados con el embarazo corresponden a complicaciones secundarias a un aborto. Esta proporción es altísima y está muy por encima de la causa de internamiento que le sigue en frecuencia, la hemorragia (19%). Todas las mujeres que, bien o mal, resuelven su problema en el hogar o en la comunidad (fuera de los hospitales) no quedan registradas en ninguna estadística oficial.”

A esto podemos sumarle el testimonio de varias mujeres, en este caso los publicados en cobertura para la revista Nexos, que realizaron la interrupción en la clandestinidad o en los institutos de manera legal y destacan sin diferencia por señalar que vivieron un trato denigrante, violento y misógino durante el proceso. 

La pregunta acerca de si debemos acompañar a nuestras hijas durante este proceso, inicialmente responderá a la relación de confianza que sientan hacía nosotros, pero no es tarde para reforzar el vínculo, mucho menos cuando hay que atender al tiempo limitado de una ILE. Aquí el motivo de que hagamos hincapié en otros artículos de la importancia de construir relaciones de plena confianza con nuestros hijos e hijas cuando se trata de la sexualidad

Demos espacio a que nuestras hijas puedan comunicarnos sin temores que atraviesan esta situación. Estemos alertas a las señales que nos harán cuestionarles y prevenirles sobre un embarazo no deseado. Siempre recordando que las niñas y las mujeres deben poder decidir libremente si quieren o no interrumpir su embarazo.

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