7 señales para saber que tu hija/o adolescente está en una relación tóxica

Aquí te damos un panorama sobre las relaciones tóxicas, los síntomas y cómo identificarlos para ahora que te toca ser la suegra o el suegro. 

Tu hija o hijo está empezando su primera relación seria o formal. Ahí es cuando todo lo aprendido a nivel social o interpersonal, sus habilidades emocionales y herramientas afectivas entran en juego. Es absolutamente normal que las primeras relaciones afectivas no se desarrollen a la perfección, pero como madre o padre, será importante que puedas identificar cuándo se basan en el sufrimiento.

Poder relacionarnos con los otros de manera sana requiere varios aprendizajes. Acompañar de cerca las primeras relaciones afectivas de nuestras hijas e hijos —sin llegar a ser entrometidos— es una prioridad. Las relaciones interpersonales ponen a prueba nuestra manera de comprender el mundo. En este sentido, se espera que madres y los padres promuevan la responsabilidad afectiva de sus hijos e hijas hacia sus parejas. 

El motivo por el cual habremos de poner atención en cómo se desarrollan las relaciones amorosas es que dentro de dichos vínculos también podríamos encontrar diversos fenómenos nocivos para la salud mental y física de los integrantes de la pareja.

En vista de que estos vínculos ayudan a que nuestra hija o hijo se desarrollen, vale la pena poner especial atención a las tendencias de los integrantes de la relación por ejecutar prácticas dañinas o tóxicas.

Ahora bien, ¿qué es una relación tóxica y por qué son tan comunes? Zaida Pérez Gonzalez escribe en su investigación Relaciones tóxicas de noviazgo entre jóvenes y su relación con la violencia: un análisis desde la perspectiva de género que es “aquella en la que la pertenencia a dicha relación, perjudica el bienestar de las personas que la conforman.”

Según José Alonso Andrade Salazar et al. en su investigación Relaciones tóxicas de pareja para la Universidad de San Buenaventura, estas se caracterizan por las distorsiones cognitivas de sus integrantes.

Para ser más explícitos, hablamos de relaciones en las que una o las dos partes de la relación, se ven a sí mismos inferiores en relación a los demás, dando paso a un entendimiento distorsionado del mundo, que se manifiesta en determinadas conductas. 

Los siguientes puntos tratan de enmarcar dichas conductas y te ayudarán a identificar si la relación actual de tu hija o hijo está perjudicando su bienestar o el de su pareja:

1. Hacer conclusiones apresuradas o la distorsión cognitiva de inferencia arbitraria

Hablamos de casos en los que algún integrante de la pareja, sin tener evidencias lógicas, llega a sentencias personales como “nadie me quiere” que suelen desembocar en sospechas de infidelidad.

2. Valorar solo lo malo en la relación o la abstracción selectiva

Puedes identificar esto en casos como en los que los reproches son una constante. Uno de los integrantes o ambos ponen especial atención en detalles ocurridos en la relación, ignorando los demás elementos (en su mayoría los positivos) tanto como las explicaciones posibles con la intención de vivir el conflicto. 

Suelen expresarse a través de frases como: “no puedo soportar esto”, “no aguanto que”, según describe José Andrade, Psicólogo, Especialista en gestión de proyectos de desarrollo.

3. “Siempre y nunca” o la generalización excesiva

 Se caracteriza por que alguno de los sujetos establece reglas a partir de una o varias situaciones que serán generalizadas en adelante, sin poder confiar o apreciar la complejidad de cada situación vivida en pareja. Suelen ser conductas acompañadas de frases como “jamás lo olvidaré”, “nunca te perdonaré”, “siempre haces eso”. Es importante, sin embargo, no dejar de ver que podría estar ocurriendo esto por un problema de escucha y comunicación de ambos integrantes.

4. Echar la culpa o la personalización

Sucede cuando un integrante o ambos en la pareja atribuyen elementos externos o repercusiones directamente con los actos del otro. Es decir, hay un hábito de relacionar los problemas con la pareja o culparle de ellos.  Suelen manifestarse con frases como “algo habrás hecho para que suceda esto”, “todo es tu culpa”, etc.

5. El capricho o el pensamiento dicotómico

Se caracteriza por pensamientos de “todo o nada”. Con esto queremos decir que uno de los agentes de la relación no puede encontrar un punto medio y requiere que accedan a su capricho formulando sentencias como: “quiero que estés todo el tiempo conmigo” y de no cumplirse, no pueden reconocer el afecto. 

6. Leer la mente

Se da desde dos puntos de vista distintos: cuando un miembro de la pareja se cree capaz de leer la mente del otro sin evidencia o sustento lógico o cuando uno de los integrantes exije que su pareja adivine lo que piensa o quiere.

7. Dejarse llevar por las emociones o razonamiento emocional

Esta distorsión emocional, en suma común, consiste en que algún integrante de la pareja sea convencido de que algo es verdad porque sus emociones le dicen que es así. Esto modifica radicalmente la experiencia de la pareja.

Si bien es muy difícil tener el control de nuestras emociones y no anteponerlas al momento de relacionarnos con los otros, estos actos que en principio no ameritan demasiada atención pueden agravarse en el hábito de una relación y perjudicar el desarrollo y bienestar de nuestra hija o hijo. La violencia física y emocional es el peor escenario en el que el ejercicio de los puntos anteriores también puede incurrir. En prevención de ello y de que los adolescentes no incorporen en su manera de relacionarse dichas distorsiones cognitivas, volvemos a reconocer el valor de que les acompañes. 

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