Mi hija o hijo adolescente quiere quedarse a dormir con su pareja, ¿se lo prohíbo?

Todo parece ir sin estragos en la nueva relación de noviazgo de nuestra hija o hijo hasta que la pregunta llega: ¿me puedo quedar a dormir en su casa? Aquí te decimos por qué es importante que reflexiones sobre lo que le has enseñado y repasen juntos cómo ha sido su educación sexual antes de dar una simple respuesta.

Laura era la típica chica hermosa y popular de la secundaria. Ella, a diferencia de mí, solía maquillarse y ponerse perfume; recuerdo que a donde quiera que iba los chicos la seguían y morían por darle un beso. Cuando Laura cumplió 13 años empezó a salir con Gael, el chico más guapo de la escuela. Podíamos encontrarlos dándose besos y portando prendas el uno del otro: todas y todos moríamos por tener una relación similar.

Un día, en clase de deporte, Laura, con un semblante más que decidido y hasta amenazante, le ordenó a Andrea, su amiga más cercana, que le llamara a su mamá para pedirle permiso y que ambas pudieran pasar el fin de semana juntas en su casa. Los días y los chismes pasaron hasta que me enteré que Laura nunca había pisado la casa de su amiga: en realidad se la había pasado con Gael. Cuando sus padres se enteraron de esto, la cambiaron de escuela y ellos dos nunca se volvieron a ver.

Esta experiencia fue lo suficientemente importante en mi vida como para formularme una lección: “no debes de ir a dormir a casa de un chico”. Ese enunciado más allá de ser un análisis serio sobre los riesgos que tomaron ambos, fue la síntesis del temor que le profesaba a mis padres. Ahora, siendo una adulta, puedo entender la carga de erotismo que tenía la elección que ambos llevaron a cabo y me pregunto si sus padres actuaron bien o mal ante las circunstancias.

Sin lugar a duda, los padres de esta chica se enfrentaron a un momento tenso en la relación con su hija: descubrir que ella crecía y que quizá había dado inicio a su vida sexual. Como describe el psicólogo Alejandro Schujman en su artículo “¿Se puede quedar a dormir?”: noviazgo adolescente, S.O.S para padres: “La sexualidad​ de los hijos nos interroga desde la cuna hasta que vuelan solos”.

Si lo permito ¿soy mal padre? y si no lo hago… ¿también?

Beverley Cathcart-Ross, educadora de padres y fundadora de The Parenting Network, organización encargada de dar apoyo a este grupo, sostiene en una entrevista publicada en The Huffington Post, que no hay respuestas ni buenas ni malas ante esta pregunta (lo importante es que quepa la duda). Según la especialista, el punto clave es explorar qué será lo mejor para su desarrollo y que sepamos la razón por la cual este acercamiento es significativo para los adolescentes.

Según Beverly, “los padres deben entender que la mayoría de las relaciones sexuales ocurren entre las 3:30 y las 6:00 de la tarde, cuando están en el trabajo de todos modos. Estadísticamente es cuando ocurren la mayoría de los embarazos”. Por lo tanto, el manto de la noche no es un factor clave para el desarrollo sexual de los adolescentes, ya que, si ellos sienten deseo de realizar un acto sexual lo harán sin importar la hora o el lugar.

De acuerdo con el maestro en psicología y coordinador del Centro de Estudios y Servicios Psicológicos Integrales de la Universidad Autónoma del Estado de México, Alejandro Gutiérrez Cedeño, el factor clave antes de pensar si dos adolescentes pueden dormir juntos o no, es una buena educación sexual:

“En esa etapa de euforia lo van a hacer, pero alguien que está consciente de su euforia es más difícil que se deje llevar por el momento y puede decir que no”.

De acuerdo a sus estudios en sexualidad humana, el especialista afirma que los adolescentes que recibieron una educación sexual plena que trata no sólo sobre métodos anticonceptivos, sino sobre la parte erótica del ser humano, los sentimientos, las consecuencias y la autovaloración, son menos propensos a iniciar su vida sexual activa en edades tempranas, y a embarazarse.

“Lamentablemente hemos vivido en el ocultismo de esta parte del ser humano. Algunos padres olvidan que actualmente no sólo hay adolescentes durmiendo juntos, también hay muchos jugando botella y otros más asistiendo a fiestas como iniciación sexual”, afirma Gutiérrez Cedeño.

“El silencio es peligroso”, categoriza Alejandro Schujman en su artículo, refiriéndose al silencio de los padres sobre la sexualidad, pues puede generar negligencias, malos entendidos y hacer que los chicos recurran al peor especialista de todos: el Dr. Google.

Shujman menciona que, en el momento en el que los adolescentes quieran dormir juntos y hayan tenido la confianza y el respeto de pedir permiso, será mejor establecer acuerdos. Si bien pueden tener sexo a cualquier hora del día y en cualquier lugar sin tu aprobación, al menos tendrán mayores límites y sabrán cómo comportarse dentro de casa.

Respecto al desarrollo de la parte sexual, Alejandro Gutiérrez propone que desde la niñez abordemos la sexualidad por medio de tres esquemas que harán entender a los chicos la magnitud e importancia de ella: el social, el biológico y el psicológico. Este último ayuda a reforzar la autovaloración y la decisión, de tal forma que nuestros hijos puedan sortear esa parte tan importante de sus vidas y elegirán preguntarnos si su novio o novia puede quedarse a dormir, puesto que tendrán una perspectiva más responsable del asunto.

Actualmente, México sigue siendo un país atrasado en el ámbito de la educación sexual. Es bastante notorio en las cifras que arroja el Consejo Nacional de Población (CONAPO): 44.9% de las mujeres de entre 15 y 19 años tuvieron su primera relación sexual sin protección. Este dato tan escabroso deberá hacernos reflexionar, antes de pegar el grito en el cielo, si es que nosotros como padres y educadores lo hemos hecho bien, si les hemos dado armas para enfrentar lo irremediable: su despertar sexual. Y si no es así, será hora de que les acompañemos.

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