Si tu hija o hijo se tiene que sentar durante las fotos de grupo en la escuela, si siempre le toca estar al frente durante los honores a la bandera, si se empieza a preocupar por su altura y todo esto termina preocupándote a ti…
La altura de nuestros pequeños puede ser uno de los factores que más nos preocupen durante su desarrollo, y por buenas razones: la desnutrición es un problema serio que puede afectar de forma grave la salud de tu hija o hijo y, por lo tanto, es de suma importancia cuidar su alimentación.
Las tablas de crecimiento nos dan un estimado del promedio de altura por edad. Estas son herramientas importantes para saber si algo anda mal (y, ante cualquier duda, acudir a un médico). La UNAM ofrece un folleto informativo bastante útil para medir el crecimiento de nuestra hija o hijo durante sus años de formación, el cual puedes consultar en la siguiente liga.
Sin embargo, si sabes que tu hijo no está desnutrido ni su altura deviene de un problema hormonal (esta es una cuestión que siempre debería confirmarte un pediatra), es muy posible que se trate de una afectación genética: si uno o ambos padres son de estatura baja, es muy probable que su hija o hijo tenga también una estatura baja.
De hecho, Luisa Dillner, doctora y pediatra, apunta en su texto ¿Debería de preocuparme si mi hijo es bajito?, que antes de pensar que es un problema, atendamos que el 80% de la altura depende de los genes.
Más allá de la nutrición, la preocupación radica en las cuestiones sociales. No sin motivos: todos cursamos por la primaria y, si no fuimos la persona más baja del salón, fuimos testigos de las bromas que se jugaban a costa de nuestros compañeros de menor estatura.
Las bromas que nos hacen aún más pequeños
No es un secreto que la primaria, la secundaria y, claro, la preparatoria, pueden incluir experiencias tortuosas. La estatura es solo una de las muchas condiciones con base en que se juzga a las niñas y niños del salón y, como padres, es difícil no preocuparse por si nuestros hijos o hijas la están pasando bien.
Pero hay que saber también llevar esta preocupación; entender y recordar, por ejemplo, que no todos los niños crecerán al mismo ritmo, puede servir de alivio al considerar la altura de nuestra pequeña/o. En su blog, Healthy Heights apunta que durante el crecimiento atravesamos momentos de desarrollo acelerado que llegan en distintos tiempos para cada quien. Estos brotes de crecimiento muchas veces explican la gran diferencia en estatura entre dos niños o niñas de la misma edad.
En otras palabras, es perfectamente posible que el niño o la niña de menor estatura en, digamos, primero de primaria, haya llegado a la altura promedio (o incluso superior) en quinto de primaria. Un retraso en el desarrollo en comparación al resto de sus compañeras y compañeros puede significar también que la pubertad se verá retrasada, señala Dillner.
Es importante hablar con tu hijo o hija sobre los problemas que pueden encontrarse y, desde casa, comenzar con la labor de desmentir la importancia de la estatura. Antes de hablar siquiera del ambiente escolar, es importante no utilizar apodos dentro de casa como “chaparro” o “chaparra”, que si bien pueden tener un origen afectivo, pueden también llegar a causar incomodidad a nuestros hijos e hijas.
David E. Sandberg escribe en el Western Journal of Medicine que si bien no es una constante, la llamada “carrilla” por la percepción errónea de la edad, puede llegar a causar estrés crónico en niñas y niños de los 4 años a los 18. Por lo mismo, es importante también tener conversaciones serias con nuestros hijos sobre el bullying, y ayudarles a entender que su estatura no los define ni les hace menos como personas.
El tamaño no importa, pero sí merece atención
Ya hemos notado antes algunos de los signos de que tu hijo está sufriendo bullying. Sin embargo, nunca debemos dejar de lado las conversaciones con ellos, y mientras más pronto generemos un lazo de confianza, más fácil será tocar estos temas. Hablar abiertamente de lo que les conflictúa es sumamente importante, ya que de esta forma podemos ir erradicando los tabúes alrededor de la estatura desde casa.
A fin de cuentas, hay que recordar que si la causa de la estatura de tu hijo no proviene de una deficiencia alimenticia o una condición genética seria (y aquí hago énfasis por tercera vez: ante cualquier duda, hay que consultar un pediatra, no te límites a la web), lo más probable es que su altura esté marcada por sus genes.
Quizás pasen los años y un día notes que ya ha llegado a tu propia estatura. Quizás no sea así. De cualquier forma, y a pesar de los centímetros que nos marque la regla al medirlos, lo más importante será siempre tener una relación basada en el cariño y recordarle que, de necesitar apoyo de cualquier tipo, pueden contar contigo.