La transición de la preparatoria a la universidad no es algo sencillo. Ante la pregunta de nuestros hijos sobre qué estudiar ¿estamos listos para ser empáticos?
La transición de la preparatoria a la universidad marca un nuevo paso en la relación padres-hijos. Por un lado, este paso conlleva una independencia sin precedentes para nuestras hijas e hijos, así como una carga de nuevas responsabilidades y obligaciones que también recaen en nosotros, como padres.
El primer paso —decidir qué estudiar— puede ser, en ocasiones el más difícil. La educación tradicional pocas veces nos preparara para indagar sobre nosotros y tener las reflexiones adecuadas para responder a la pregunta abrumadora de qué queremos hacer con el resto de nuestras vidas.
Aquí es posible dar pista de un primer problema. Se ha formado el mito de que la carrera universitaria nos definirá como individuos por el resto de nuestros días, como si la identidad fuera algo estático en vez de algo dinámico, pero esto no es así. Está bien no estar seguro de qué se quiere hacer o, una vez habiendo tomado una decisión, retractarse. Para ciertas personas, la revelación de ese objetivo vital no llega sino hasta mucho después en la etapa adulta.
Si tu hijo o hija está sintiendo la presión de este momento de cambio, o si la estás sintiendo tú, está bien. Es normal sentir estrés al atravesar este tipo de transiciones, y sentir presión al tomar decisiones de este tipo. Sin embargo, sí hay ciertas cosas y apoyos que puedes darle a tu hija o hijo para asegurarte de que su decisión, sea cual sea, le traiga felicidad, ganas de estudiar y permanecer en ello por al menos los cuatro años que involucra la formación profesional.
Utilicen las herramientas disponibles
Al momento de buscar carreras, ciertos servicios pueden otorgarnos información muy necesaria y útil para ayudar en la toma de decisiones. El Instituto Mexicano para la Competitividad, por ejemplo, ofrece en su página la herramienta Compara carreras, la cual sirve para obtener información en cuanto a número de ingresos/egresos, o salario aproximado una vez concluida la carrera, entre otros.
Además de Compara Carreras, el IMCO también genera estudios que van muy de la mano del futuro laboral de nuestras hijas e hijos. Sus análisis de corrupción, de manejo de gastos y de equidad laboral proveen una fuente de información valiosa para analizar cómo se comparan no solo distintas carreras sino también distintos campos laborales.
Considera sus gustos y pasiones (así como sus fortalezas y debilidades)
Aún si tu hijo no está seguro de qué le gustaría estudiar, lo más probable es que a lo largo de su vida haya desarrollado gustos específicos, así como fortalezas propias de su carácter. Por ejemplo, puede que sea un lector ávido, o que sea muy bueno con las matemáticas.
Pídele a tu hijo o hija que reflexione sobre estas fortalezas y debilidades, a modo que pueda elegir una carrera que saque lo mejor de él y en la cual se pueda desenvolver libremente.
No seas tú quien elija su carrera
A pesar de la experiencia que hayamos tenido al crecer, es importante que estemos alertas de no repetir patrones de manipulación y coerción en nuestra manera de criarles. Esto implica, por ejemplo, dejar atrás el posible mito familiar de «El padre de mi padre fue abogado/médico/psiquiatra, por lo que yo estudié lo mismo y por ende, tú debes hacerlo así también».
Esto implica trabajo como padres, trabajo de reflexión y autocuidado, pero los resultados pueden ser significativos a largo plazo. En un artículo asesorado por la psicóloga y educadora Mirtha Orrillo,Qué pasa cuando los padres eligen la carrera de sus hijos, se explica que esto no solo genera estrés en los hijos, sino que también los vuelve más propensos a abandonar la carrera: «En algunas ocasiones, los padres no suelen tener un verdadero conocimiento de las capacidades y motivaciones de sus hijos, imponiéndoles profesiones hacia las que no tienen ningún interés ni calificación».
Si puedes presentarles a un profesionista de un campo suyo de interés, hazlo
Esto no solo puede servir para aclarar dudas que él tenga con respecto al campo de estudio y a las opciones laborales que podrá tener después, sino que también le da la oportunidad de comenzar a formarse. De ser posible, anima a tu hijo a buscar una oportunidad laboral previa a la universidad.
De esta forma, no solo iniciará su carrera universitaria con algo de experiencia curricular, sino que también habrá aprendido sobre su campo de interés; conocimiento que al mismo tiempo le ayudará al cursar la universidad.
Consideren diplomados o cursos de oyentes
Si tu hija o hijo aún no está segura de qué carrera debería estudiar, pero tiene algunas ideas tentativas y varios intereses que le gustaría seguir, considerar un diplomado o entrar a una clase como oyente puede ser una buena opción.
Los diplomados pueden encontrarse en distintos puntos, desde universidades hasta instituciones privadas de fomento a la educación. Entrar a una clase como oyente, por otro lado, es relativamente más fácil y barato, y bastará que tu hijo se acerque a algún profesor o profesora de una de las muchas universidades autónomas del país, donde usualmente se aceptan este tipo de alumnos en las clases.
Después de algunas clases, tu hija o hijo tendrá bastante más idea de cómo se desarrolla el ambiente escolar en tales instituciones, así como del contenido y el grado de dificultad de las clases por materia, lo cual le ayudará a tomar una decisión informada con respecto a su futuro.
Aplicando estos consejos y compartiéndolos con tu hija o hijo podrás ayudarle a no poner peso sobre sus hombros, y a tener más seguridad para tomar una decisión. Recuerda siempre que es importante que la decisión sea suya: tu función en este momento de su vida es de asesoría, y si tienes algo que aportar desde tu experiencia, claro que es importante hacerlo, pero la imposición solo generará presión y desencanto.
Ahí se encuentra otro de los grandes cambios que conlleva este proceso de transición. Ha llegado la hora de que tu hijo tome sus propias decisiones, y de que cometa sus propios errores. Ya no queda espacio para la tutela vigilante que quizás haya sido la norma durante sus años formativos. Es tiempo de verle crecer y volverse aquello que anhela, sin importar qué estudios tome por elección.