¿Tu hija/o está por pasar a la secundaria? 5 tips para que la transición sea un éxito

Ay, la adolescencia: nos despedimos de la infancia, nos cuestionamos todo lo que teníamos por seguro; nuestro cuerpo cambia y, además, entramos a la secundaria. A pesar de que se trata de una receta para el caos, podemos contribuir a que nuestra hija/o logre un buen desarrollo personal que además se refleje en la escuela durante esta transición.

El paso a la secundaria viene cargado de mucho simbolismo. De repente ya eres grande (o eso crees). Esta sensación no es fortuita: según la UNICEF en estudios recientes se prueba que a partir de los 11 años aproximadamente, se produce en el cerebro “una explosión de actividad eléctrica y fisiológica, que reorganiza drásticamente miles de millones de redes neuronales que afectan las aptitudes emocionales y las habilidades físicas y mentales”. Es decir, en el sentido más literal y metafórico, nos redefinimos.

Esta época puede resultar tan aterradora como estimulante. Por ello, para una transición óptima a la secundaria se debe comprender qué implica el tránsito a la adolescencia. Es importante recalcar que cada persona es diferente y en ese sentido no existen fórmulas universales o sencillas, pero sí acciones que pueden fortalecer la adaptabilidad. Es así que ofrecemos cinco herramientas para que nuestros seres queridos puedan comerse la secundaria y el mundo sin atragantarse:

1. Invítales a aprender

La Asociación Americana de Psicología asegura que un elemento clave en la educación depende de cómo cada niña/o percibe sus propias habilidades. Quienes piensan que su inteligencia no puede crecer, tienden a no realizar tareas para evitar un posible fracaso. En cambio, quienes piensan que su inteligencia sí puede cambiar, tienden a considerar los errores como una manera de aprender y mejorar.

Sin importar que las personas del primer grupo contaran o no con confianza excesiva, lo que tenían en común era que no intentaban aprender, lo cual podría entorpecer la motivación o interés en nuevos retos. Mientras tanto, el segundo grupo presentaba mayor nivel de adaptación. Por esto, se recomienda que incentives a tus adolescentes a emprender cosas nuevas como un pasatiempo o a continuar una tarea que pudiera parecer compleja; enseñarles a aceptar que en la vida habrá errores; a que celebren el esfuerzo y la práctica, más que la calificación.

2. Respeta su independencia

Según la UNICEF, lo más característico de la secundaria es el deseo de autonomía: “A medida que salen al mundo, los adolescentes adoptan nuevas responsabilidades, experimentan nuevas formas de hacer las cosas y reclaman con impaciencia su independencia. Comienzan a cuestionarse a sí mismos y a los demás, y a advertir las complejidades y los matices de la vida”. Esto implica que los adolescentes buscan desvincularse de la niñez para tomar las riendas de su personalidad, así que es normal que quieran dejar atrás la persona que eran en la primaria, e inclusive alejarse de la familia.

A partir de nuevas amistades quieren descubrise a sí mismas/os desde esta emancipación tan social como emocional, por lo que debemos entender que el distanciamiento es un paso importante en su proceso de independencia. Tendremos que respetar el tiempo y espacio que exigen para sí. Sin embargo, entendamos esto en el contexto en el que son personas viviendo muchos cambios; están en medio de una gran necesidad de afecto y sentido de pertenencia, por lo que también debemos garantizarles un sentimiento de seguridad en el hogar y con las/os familiares.

3. Promueve que tengan una identidad propia

Según el INJUVE, esta época es cuando empiezan a “despuntar los ideales y el adolescente es consciente de que existe un mundo interior propio y diferenciado. De esta forma, su identidad no queda diluida en la masa. Se vislumbra ya un sentimiento de individualidad que se irá desarrollando posteriormente”. Esto significa que según su búsqueda personal, se irá construyendo un autoconcepto que los adolescentes intentarán reafirmar a través de sus relaciones sociales e íntimas. Por consiguiente, es crucial apoyarles para que exploren, se expresen e involucren en lo que vayan considerando significativo.

Además procúralos en sus descubrimientos escolares y permíteles nutrir las pasiones que encuentren en su camino (científicas, artísticas, deportivas, etc.), porque esto les brindará más certeza respecto a quiénes son y qué le pueden otorgar al mundo.

4. Entabla con ellos conversaciones morales

La adolescencia también es un momento muy estimulante para la mente, ya que durante este periodo comienza el desarrollo del razonamiento formal, que abarca tanto la cognición como el procesamiento de información. Los jóvenes empiezan a reflexionar sobre conceptos como verdad y justicia, a tratar de encontrar coherencia entre lo que se piensan, sienten y hacen, y a formar valores que las/os acompañen en su vida.

Al respecto, el INJUVE menciona que es importante estimular un “compromiso práctico con aquello que defienden teóricamente”, ya que a partir de esas creencias empezarán a tomar decisiones sobre lo que han reflexionado y sobre las repercusiones que podrían tener causarla a otras personas. Para lograr esto, es necesario tener apertura y entablar conversaciones respetuosas con base en la libertad de expresión; inculcarles disciplina para alinear hábitos con valores e invitarles a que consulten fuentes de información científicas y fidedignas para afirmar o cuestionar esta moralidad.

5. Admite su despertar a la acción

La adolescencia no es apatía o narcisismo. En un mundo tan interconectado, hay generaciones adolescentes cada vez más involucradas en problemáticas sociales. La UNICEF llama al derecho de la acción: “A medida que los adolescentes maduran, buscan sentirse parte del Mundo con mayúsculas. Cuando se les da una amplia gama de oportunidades para cambiar las cosas, los adolescentes aprenden, crecen y prosperan”.

Ya sea que se involucren mucho en la escuela, hogar o comunidad, en medios de comunicación o conferencias internacionales, hay que enseñar que las acciones, grandes y pequeñas, tienen consecuencias que están activamente transformando el mundo. Y que ello conlleva responsabilidades que van más allá del individuo. Es importante, entonces, permitirles ver la trascendencia de, por ejemplo, hacer la tarea o tratar bien a sus compañeras/os  e incentivar así la preocupación por asuntos sociales, ambientales, políticos y morales.

Los puntos anteriores, de fondo, tienen que alentar a tu adolescente a ganar agencia en vez de perder control, aún en la transición de sus cambios. Esto implica, sí, la inherente rebeldía de la juventud que tiene que apropiarse de sí misma, pero cargada de causa.

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