Si bien hay niñas y niños propensos a estar concentrados, también habrá muchos otros para los que concentrarse será un reto y, para algunos más, uno particularmente difícil.
Si hay una característica que sobresale de las niñas y niños de cualquier parte del mundo es su espíritu de juego, el cual se contrapone radicalmente con las supuestas responsabilidades que conlleva su aprendizaje. El momento de hacer la tarea, por ejemplo, puede volverse fácilmente un espacio de tira-y-afloja en el que terminamos negociando para que las actividades queden resueltas.
Este escenario se vuelve particularmente problemático cuando nuestros hijos o hijas tienden a dejarse llevar por su tren de pensamiento o, como suele ser el caso en la era digital, a pasar demasiado tiempo cerca del celular.
Es cierto que hacen falta artículos de investigación con respecto al uso de dispositivos móviles y su relación con la concentración de nuestros hijos, pero estudios como el de Christakis et. al., Exposición temprana a la televisión y problemas de atención subsecuentes en niños, comienzan a desentramar la relación entre tecnología y atención, en especial durante la infancia temprana.
En su estudio, el equipo observó las repercusiones que, en niños y niñas de 1 a 3 años, la televisión tenía en su atención años después. El resultado fue que una hora de televisión en las edades antes mencionadas volvía a los niños más propensos a desarrollar problemas de atención más tarde en la infancia.
Por otra parte, Van den Heuvel et. al. desarrollaron uno de los pocos estudios relacionados con aparatos móviles en infancias tempranas. Este ejercicio relacionó el uso de tabletas o celulares con un desarrollo tardío del lenguaje en infancias de hasta 18 meses. Los resultados iluminaron la noción del detrimento cognitivo y de atención relacionadas al uso de las tecnologías digitales o televisivas. En otras palabras, la primera herramienta que tenemos como padres para mejorar la atención de nuestros hijos es limitar su uso de aparatos móviles o de consumo de televisión.
Esto no siempre es fácil. Muchas veces, nuestro primer impulso para lidiar con un niño o una niña que demanda nuestra atención, en especial cuando estamos cansados después de un largo día de trabajo, es el de darles un iPad o nuestro celular para que se entretengan.
La alternativa aquí es la inversión en otras formas de entretenimiento que fomenten su capacidad de retención y de aprendizaje. Dependiendo de la edad y de la individualidad de nuestros pequeños habrá distintas cosas que capturen su atención:
- Los bloques de construcción, del tipo LEGO, Mega Bloks y otros por el estilo suelen ser eficaces para mantener la atención de los niños y niñas mientras ellos construyen lo que se puedan imaginar.
- Rompecabezas kinéticos del estilo de los cubos de Rubik lograrán entretenerlos al mismo tiempo que desarrollan su motricidad fina y su paciencia.
Llegado este punto, hemos de considerar otro factor importante: la capacidad de concentración que tenemos a distintas edades. Como personas adultas, somos capaces de mantener la concentración en una tarea específica por alrededor de 40 a 50 minutos, después de lo cual la calidad de nuestro trabajo se comenzará a ver afectada si no nos damos un breve descanso.
Para los niños, este periodo de atención es bastante más corto. Según Jamie M. Howard, directora del Stress & Resiliency Program en el Child Mind Institute, el periodo de atención en niños de entre 4 y 5 años es de entre 5 y 20 minutos, y el Kid’s Directory de Houston habla de un incremento de alrededor de dos minutos por año.
Tomando esto en cuenta, podemos modificar nuestra forma de acercarnos a las dinámicas de realización de tareas y otras responsabilidades. Un método bastante popular que puede servirnos es el de los «pomodoros».
La Técnica Pomodoro
Fue desarrollada por Francesco Cirillo y consiste en darse periodos de trabajo de 25 minutos, llamados «pomodoros», alternados con periodos de descanso de 5 o 10 minutos, con un descanso más largo cada tres pomodoros. El nombre surge porque Cirillo, al implementarla, utilizó un reloj temporizador de cocina, y el suyo tenía la forma de un tomate que, en italiano, se le llama pomodoro. Esta técnica es fácilmente aplicable a las infancias considerando sus capacidades de atención por edad.
La técnica, ya sea que la usemos para nuestro propio trabajo o para motivar a nuestros hijos a hacer su tarea, funciona con base en un sistema de recompensa: trabajamos mejor cuando podemos vislumbrar una recompensa inmediata después del periodo establecido. Esto funciona igual para los niños. Lo que se busca implementar aquí, de forma más concentrada, es la vieja recompensa parental de «puedes comer el postre, pero debes comer tus verduras primero».
Volvamos también a la primera observación de este artículo: a los niños y a las niñas les encanta el juego. Esta es una capacidad que muchas veces se busca reprimir para favorecer otras áreas, cuando en realidad puede servirnos para desarrollarlas.
Reloj de cocina en forma de tomate para la técnica “pomodoro”
El juego como instrumento para la concentración
Lucía Elena García Garcés y Maria Patricia Urbano Ocampo, en su trabajo La lúdica como estrategia para el fortalecimiento de la atención y la concentración en niños de grado segundo, destacan la importancia de las actividades de juego, o actividades lúdicas, como método para captar la atención de los niños. Las actividades lúdicas logran «mantener el interés de los estudiantes, en la medida que se plantea un ritmo de trabajo, basado en la novedad y la sorpresa».
Si bien el trabajo de Garcés y Ocampo está dirigido a docentes, sus hallazgos son fácilmente aplicables al entorno familiar-doméstico. Lo que este trabajo resalta es que los niños, y en especial su capacidad de atención, responden bien a las actividades lúdicas. Y la capacidad de atención y de concentración, si bien tiene su promedio por edad, es también una capacidad ejercitable.
Organizar, entonces, sesiones familiares de juegos de mesa, por ejemplo, nos ayudará a mantener a nuestros niños concentrados por periodos cada vez más largos de tiempo. Habrá que hacer ciertas búsquedas cada tanto para descubrir cuáles juegos le gustan más a nuestros hijos, pero una vez que demos en el clavo, podremos ayudarles a mantenerse concentrados por más tiempo
Hay que recordar, frente a todo esto, que si consideramos que nuestro hijo o nuestra hija tiene una dificultad particular para prestar atención, muchas veces la valoración de un psicólogo nos arrojará más pistas de las que podamos concluir por nuestra cuenta.
Sin embargo, lo que sí queda claro es que para mejorar la atención de nuestros hijos, lo mejor es ir con la corriente; es decir, entender la personalidad de nuestro hijo e intentar promover su capacidad de atención a partir de ello.
Nuestro rol es el de facilitadores, ayudándoles a ejercitar esta capacidad dentro de la casa para que luego ellos puedan aplicarla dentro del ámbito escolar. Encontrar formas de hacer esto que fomenten su desarrollo y que ellos puedan disfrutar terminará siendo, a la larga, una forma más saludable de ayudarlos a crecer y forjará sólidos lazos de unión, ya sea haciendo la tarea o reunidos con ellos en una noche de juego en familia.