Si como mamá o papá te sientes preocupada, triste o enojado, está bien: explora tus emociones

Si alguna vez has sentido que no lo estás haciendo bien como mamá o papá, o te preocupa cómo estás educando a tus hijos e hijas, tranquilízate: es normal. Las emociones que experimentas son parte de la responsabilidad que significa la crianza: darte cuenta de que una vida depende de ti.

Entre los sentimientos negativos que puedes experimentar, se encuentra la frustración, el fracaso, el no sentirte una persona plena y pensar en qué es eso que le estás transmitiendo a tus hijos. Cuántas cosas en realidad no sabes y que se lo estás transmitiendo a ellos. Como madre, pero sobre todo como terapeuta desde hace más de 20 años, puedo decirte que son sentimientos totalmente válidos y que sentirlos no te hace un mejor o peor padre.

Tal vez te estarás preguntando, ¿por qué no está mal tener estas emociones si a mí me hacen sentir mal? Lo único que debes tener en cuenta es que nadie es capaz de decidir qué siente y qué no, ni controlar nuestras emociones ni lo que sentimos. Lo que sí puedes hacer es decidir qué hacer con eso que estás sintiendo. Más allá de sentirte mal por las emociones negativas que estás experimentando, haz algo por resolverlas.

Un mito que me gustaría tratar el día de hoy, es el popular “elige tus batallas con tus hijos, valora por qué vale la pena enojarte con ellos o regañarlos y por qué no”. Esto es totalmente falso. No vas a sentirte mal contigo por enojarte hoy en la mañana con tu hijo(a) quien dejó tirado el cuarto después de jugar y lo(a) regañaste para que aprenda el sentido de la responsabilidad, ni mucho menos vas a sentirte mal porque lo(a) regañaste más tarde por no haber hecho la tarea.

No se trata de que elijas cuál de esas dos batallas vale más la pena para reprender o para que te sientas mal contigo misma/o por llamarle la atención varias veces durante el día. Simplemente estás haciendo algo para que tu hijo(a) comprenda que tiene responsabilidades que cumplir. Hablar con él o ella sobre eso, lejos de volverte un mal padre, te convierte en alguien que quiere hacer de su hijo un gran ser humano. Piensa en tus porqués antes de sentirte culpable por lo que estás haciendo.

Hablar de tus emociones es el primer paso

Ahora bien, ¿qué puedes decirle a tu hijo y qué no, sobre cómo te sientes? Es lógico que no le vas a decir que te sientes mal por algún problema con tu pareja o por temas fuertes que un niño no tiene que entender. Cada quien sabe hasta dónde se puede llegar. 

Por el contrario, cuando son situaciones en las que te sientes mal porque tu hijo es muy conflictivo en la escuela y piensas en qué estás haciendo mal para que eso suceda, sí puedes hablar con él o ella y expresar cómo te sientes, preguntarle por qué lo hace o qué le sucede, qué se siente. Es decir, sí debes comunicarte de manera asertiva con los niños.

Date cuenta de que a ti te hace sentir frustrado como padre o madre el hecho de que tu hijo sea conflictivo, ¿por qué?, tal vez porque crees que lo aprendió de ti o porque piensas que eso se ve en casa, etcétera… Puede haber mil situaciones que pasen por tu cabeza, entonces al momento de hablar con él o ella no le digas que él te frustra por ser conflictivo, pues no es él el culpable. Cambia el “me frustras por ser tan conflictivo” por “me frustra no entender por qué eres conflictivo”.

Recuerda que hablar de tus emociones es tan válido para ti como padre, como para ellos como hijos. Lejos de sentirte culpable por decirlo, siéntete orgulloso de que les estás enseñando a ellos que expresar sus emociones no es malo ni debe generar culpa sino al contrario. Esta es una manera de buscar soluciones y al mismo tiempo responsabilizarte de tus actos y sentimientos. Ellos aprenderán que sentir y decir cómo se sienten no está mal.

La mejor manera de solucionar este tipo de emociones negativas que experimentas es poner manos en acción y acudir con un especialista que te ayude a comprender cuál es el origen de esos pensamientos. Cuando te conoces y sabes de dónde vienen esas emociones, es mucho más fácil controlarlas ya que transitamos desde un lugar diferente, un lugar de autoconocimiento que nos permite visualizar las situaciones de una manera diferente.

Busca ayuda y recuerda que la mejor manera de ayudar a tus hijos, es ayudarte primero a ti.

Sobre la autora: Gimena Liberman

Es Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Anáhuac. Tiene más de 20 años de experiencia en coaching y está certificada como “Coach in Leadership and Management” por el Instituto de Capacitación en Coach en Buenos Aires, Argentina. Asimismo es Psicoterapeuta en Psicología Transpersonal por el Instituto de Psicología de la Ciudad de México. Y actualmente se encuentra estudiando una especialidad en Psicología clínica.

 

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