Educa con amor, aplicando la “disciplina positiva”

Preparamos un instructivo teórico-práctico para comenzar a aplicar la disciplina positiva en casa. Te prometemos una mejora en el clima familiar y un vínculo padre/madre-hijo/hija más fuerte. 

Una de las dudas más frecuentes de los padres es cómo educar a sus hijos sin gritos y sin golpes. La búsqueda de procedimientos básicos, guías prácticas y consejos breves demuestra que hay una preocupación real por mejorar el comportamiento de los niños sin afectarlos física o emocionalmente. Por suerte, existe la disciplina positiva, un método pedagógico que se basa en el amor, el respeto y la colaboración. 

“¿De dónde sacamos la loca idea de que, para que un niño se porte bien, primero debemos hacerlo sentir mal?”

—Jane Nelsen, psicóloga, educadora
y co-creadora de la disciplina positiva.

¿QUÉ ES LA DISCIPLINA POSITIVA?

Francisco Xavier Parra Chica, en su trabajo de investigación Guía de orientación dirigida a padres para el manejo de problemas comportamentales aplicando disciplina positiva, de 2020, dice: “La disciplina positiva es una forma de educar a los niños, con base en el respeto mutuo, el cariño y la comprensión. Esto favorece el desarrollo emocional de los menores y refuerza los vínculos afectivos entre padres e hijos. […] Este modelo es entendido como un recurso para el desarrollo infantil sano, que procura la felicidad y el bienestar de los menores, y a través del cual los niños aprenden a ser autónomos y responsables. El respeto mutuo es la base, e involucra al hijo, los padres y otras personas cercanas (maestros, abuelos, hermanos mayores, etc.), sin imponer nada, pero compartiendo reglas y normas comunes”.

Alfred Adler, uno de los psicólogos que concibió los primeros estudios de disciplina positiva, dice que todo comportamiento tiene un propósito, una meta, el de pertenencia y el de contribución. Estos conceptos son la base de la disciplina positiva porque dan respuesta a lo que necesita un niño para orientar mejor su comportamiento. El mal comportamiento deviene de cómo nuestros hijos se perciben en el mundo.

Marisa Moya, maestra de Educación Infantil, psicóloga, y máxima representante de la Disciplina Positiva en España, explica lo anterior en su charla Disciplina Positiva: educar con amabilidad y firmeza para el proyecto de educación Aprendemos Juntos.

La disciplina positiva se sustenta sobre cinco principios, los cuales atienden a las necesidades infantiles. Acá el desarrollo de cada uno de ellos según la maestra Moya. 

1. Supervivencia:

La búsqueda de todo ser humano es la de la pertenencia. “Si yo no logro pertenecer, si yo como cría humana no soy vista, si no soy atendida, si no soy cuidada, si no soy querida, ¿cómo voy a poder sobrevivir?”. 

2. Contribución

Desarrollar el sentido de contribución significa la necesidad que tenemos de sentirnos valiosos, capaces y significativos. Un niño necesita pertenecer y aportar, pero también relaciones de respeto mutuo. Moya dice: “Necesitamos desenvolvernos. Saber que convivimos, que nos relacionamos, que tenemos experiencias en las que hay amabilidad y firmeza”. 

3. Amabilidad y firmeza

Los niños necesitan ver sus sentimientos comprendidos. 

4. Habilidades socioemocionales

Atiende a la pregunta, aunque sobrevivo, cómo voy a poder prosperar como ser humano si las relaciones que estoy construyendo no me permiten crecer en recursos que me hagan sentir una persona? 

5. Confianza y afecto

La responsabilidad más importante de los padres es el acompañamiento desde la confianza y el afecto.

La disciplina positiva es ver el sentimiento antes que la conducta como motor del comportamiento.  

5 pasos para la inteligencia emocional

Según el célebre psicólogo estadounidense Daniel Goleman, la inteligencia emocional es la capacidad de identificar y comprender nuestros propios sentimientos y los de los demás. Es una habilidad, pues conlleva regular apropiadamente las emociones para tener control de nuestra conducta y de cómo nos relacionamos con otras personas. 

Goleman dice que para conocer y controlar las emociones propias y ajenas es necesario desarrollar cinco habilidades: 

  1. Autoconocimiento: Conocimiento de las propias emociones.
  2. Autocontrol: Capacidad para controlar las emociones. 
  3. Automotivación: Capacidad para motivarse uno mismo. 
  4. Empatía: El reconocimiento de las emociones ajenas. 
  5. Sociabilidad: El control de las relaciones. 

Los papás necesitan desarrollar la inteligencia emocional y sus cinco habilidades para reconocer lo que su hijo está pensando y sintiendo, poniendo siempre en práctica la empatía.

Dos conceptos básicos fundamentales para la disciplina positiva son la confianza y el afecto por parte de los papás.

¿CÓMO FUNCIONA?

La disciplina positiva es una forma de educar desde el afecto y la compresión. Busca reorientar la conducta de los niños al promover valores y saberes y, muy importante, al tener un correcto manejo de las emociones. 

La disciplina positiva no sabe de castigos, de gritos, de golpes, de amenazas, de chantajes o de premios.

Por ejemplo, si tu hijo no quiere hacer la tarea, no le obligues a hacerla o negociar con él (‘si haces tu tarea te compro un dulce’), mejor le explicas el por qué tiene que hacerla; transmitirle el valor de la responsabilidad y la importancia de un buen desarrollo académico. Al no imponer la obligación o demostrar autoridad agresiva, “le ayudas a cultivar la auto-responsabilidad, es decir, una conciencia guiada por su propia disciplina interna” (La disciplina positiva como estrategia para promover adecuadas pautas de crianza y eficiente manejo emocional, 2014). 

“Esta disciplina se aleja tanto del control extremo o excesiva autoridad como de la total permisividad, anclándose principalmente en la colaboración, el respeto y el afecto”.

—Francisco Xavier Parra Chica

La disciplina positiva no es la aplicación de una crianza de estilo autoritario, esto es: sólo hay órdenes, no explicación del deber o la tarea; los padres esperan ser obedecidos por el simple hecho de “ser quienes mandan”; las reglas son inflexibles y los hijos no pueden opinar, ni mucho menos tienen independencia; si no se hacen las cosas como los padres quieren, hay agresiones físicas; y los padres sólo se concentran en el mal comportamiento. 

Tampoco es una crianza de estilo permisivo, aquella donde los padres no ponen límites, es decir, el niño no sabe de restricciones. Predomina el amor pero no la disciplina, no hay límites o guías del comportamiento. 

La crianza estilo democrático parece la más cercana a los principios de la disciplina positiva, aquí “los padres democráticos ayudan a sus hijos aceptando y alentandolos a aprender a valerse por sí mismos. Dan un seguimiento al comportamiento del menor para así asegurarse que se cumplan las reglas y expectativas. Se concentran en mayor medida en el buen comportamiento y lo refuerzan. Su comunicación es abierta.

También los padres al tener este estilo de crianza son más cariñosos, respetan las opiniones, intereses y la personalidad del niño, ofrecen a sus hijos opciones según sus habilidades, los guían enseñándoles de buena forma, con paciencia, afectivamente y sin castigos. De acuerdo al desempeño y buen manejo de la crianza que los padres han dado a sus hijos, los niños adquieren de esta manera mayor confianza personal, autocontrol, y son socialmente competentes, logran un mejor rendimiento escolar y poseen una elevada autoestima. (La disciplina positiva como estrategia para promover adecuadas pautas de crianza y eficiente manejo emocional, 2014).

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