Sabemos que la comunicación es clave para construir una buena relación con los adolescentes, pero la resistencia que ponen parece a prueba de todo. Aquí te contamos algunos hacks que te alentarán a volver a intentar.
Tal vez te parece una batalla perdida y ya has aceptado que tu hija o hijo puede comunicarse mejor con cualquier persona que no seas tú. Incluso algunos padres buscan moderadores o mensajeros para tratar temas que son impostergables con sus hijos, creyendo que es la mejor alternativa. Estos pueden ser desde la tía o el tío buena onda, algún amigo cercano o amigos de sus hijos en los que buscan apoyarse porque ellos no pueden evadir su conversación con tanta facilidad.
No vamos a descalificar esta estrategia, pero queremos alentarte: los especialistas dicen que sí se puede mejorar la comunicación con los adolescentes. Incluso si durante la infancia no se establecieron los mejores canales.
Es común que los adolescentes lleguen a volverse herméticos hacia sus padres, pero también puede ocurrir el caso contrario: quizá a ti te parezca inútil hablarles por la actitud que tu hija o hijo adopta. Tanto en el escenario uno como en el dos, es importante que mantengamos la disposición a comunicar. Y que recordemos que la adolescencia es esta etapa intensamente reflexiva en la que verbalizar las emociones es para ellos un acto comparable con salir desnudo a la calle.
En este sentido, la responsabilidad de que la comunicación esté fallando no recae únicamente en el terreno de los padres. Dicho más claramente: tu hija o hijo también deben mostrarse disponibles y tener voluntad para la comunicación. Tanto la educación como la comunicación son bidireccionales. Así lo menciona una guía para padres y madres hecha por el Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz en España, que se titula Y, llegó la adolescencia.
Entendemos que te sientas culpable de que ellos no te tengan la confianza que quisieras, pero si has hecho lo que te corresponde para abrir el espacio al diálogo y tus hijos no lo toman, no tendrás que insistir. Como en cualquier relación interpersonal, se necesita trabajo de dos. Por lo tanto, la primera sugerencia es que no pongas sobre la resistencia de los adolescentes aún más elementos a los que ellos se resistan. Tener esto presente, nos será útil para posicionarnos frente a nuestros hijos para dialogar, sin rogarles ni negarles la palabra.
En artículos como Mejora la conducta de tus hijos con cinco cambios de hábitos tuyos y A mi hijo le cuesta trabajo socializar, apuntamos lo vital que es establecer una buena comunicación para potenciar tanto su confianza como su relación con nosotros. Pero realmente ¿cómo podemos lograrlo sin intentarlo demasiado ni alejarlos?
Dicho lo anterior y antes de empezar con los puntos más útiles que rescatamos de una segunda guía para padres, queremos proponerte lo siguiente. Haz memoria de los días en los que tú eras la heroína o el héroe de tus hijos, habita la sensación de ser fuente de todos los misterios que ellos veían en el universo. Ahora te compartimos que sigues siéndolo. Aprovecha ese lugar único aunque empolvado en el que tus hijos te han puesto, porque bastan unos pequeños ajustes para volver allí con el fin de que tengan una mejor comunicación.
¿Cómo podemos comunicarnos con nuestros hijos adolescentes?
1. No dramatizar
La proporción de las reacciones es importante. En ocasiones, los adolescentes dejan de compartirse con los adultos porque sienten que los lastimarán profundamente, decepcionarán o espantarán. Afronta lo que tienen que decir con el esfuerzo de no estigmatizar. De ser el caso algo peligroso, expresa tu preocupación, una vez que le preguntes su opinión acerca de aquello que hizo y ahora te cuenta.
2. Escuchar
Según Gregorio Verano Rodriguez, psicólogo especialista, en el libro Adolescentes, Guía para padres y madres, es preferible que nos limitemos a escuchar. Deja que tu hija o hijo marque el ritmo y el tema de la conversación sin que le interrumpas, y una vez que entiendas bien su inquietud, entonces procede a hablar tú.
3. Provocar el momento
Nos sentiremos mejor si empezamos a aceptar que los adolescentes no estarán disponibles emocionalmente en el momento en el que nosotros queramos hablar. La parentalidad implica intentar estar disponibles en el momento en el que ellos dan el paso a compartirse, por más extenso que esto suene. Lo que sí es que puedes provocar el momento sin que parezca que lo estás buscando. Los especialistas dicen que las mejores conversaciones se dan después o durante una actividad compartida que nada tiene que ver, como: lavar los trastes, hacer el súper, pintar la casa. Intenta usar esta estrategia cuando sabes que hay algo importante que quieres que te digan.
4. Agree to disagree (Estar de acuerdo con que no estén de acuerdo)
Manifiéstale a tu adolescente constantemente, que no es de tu interés que siempre tengan la misma opinión. Estar de acuerdo con que estarán en desacuerdo en ocasiones, puede darle confianza a compartirte lo que piensa. Aún, a contarte cosas que sabe que no te parecerían la mejor idea del mundo.
5. Practica la empatía
Tal vez algunas de las cosas que te quiere compartir puedan resultarte muy aburridas, pero no finjas porque lo notan. Mantente presente en la conversación y hazle preguntas que te ayuden a entrar al tema como señal de respeto. El mismo Gregorio Verano sugiere que los temas sean más concretos para tener una conversación más amplia. Es decir, en vez de preguntar ¿cómo te fue en la escuela?, involúcrate un poco más y pregunta cómo le cae cierto profesor o qué está viendo en la materia de biología.
Comunicarse con los adolescentes es un arte. Intenta auto controlarte y mostrar respeto en todo momento a pesar de que en ocasiones ellos no lo logren, pues tendrán un buen ejemplo de ti. Es muy útil tener presente que a veces será más importante la manera, el tono y la sensación que estés generando a la hora en la que conversas con ellos, que lo que realmente se dice. Poco a poco, a pesar de que a tu hija o hijo adolescente le cueste trabajo comunicarte cosas, entenderán que tú eres su mayor referente para cualquier tema por el respeto que les muestras, la paciencia y la invariable disposición.