En los últimos días, notas en medios nacionales e internacionales expusieron que nueve millones de alumnos desde nivel primaria hasta universidad (según datos del Inegi), han dejado las aulas. Esta cifra alarmante es el efecto cadena de los problemas acarreados por la pandemia, pero ¿qué ha generado esta deserción escolar?
En días recientes, medios como El Universal aseguraron que el número de deserciones escolares en México se extendía a 9 millones de personas. Por su parte, el portal Animal Político menciona que la cifra es de un poco más de 5 millones. Sean 5 millones o 9 millones, “el número de bajas estudiantiles en México es extremadamente grande, tanto que cubriría el total de la población educativa de una nación pequeña.” Esta comparación la hizo el doctor en Sociología, Jorge Arzate Salgado, especialista en temas de educación y desigualdad social de la Universidad Autónoma de México (UAEM). En entrevista nos compartió que México está atravesando una crisis educativa sin precedentes y que esta incidencia amerita que las autoridades pongan especial atención.
¿Cuáles son los números reales?
La Encuesta para la Medición del Impacto COVID-19 en la Educación (ECOVID-ED), del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) es un proyecto que nació para conocer cómo han sido perjudicados los mexicanos de tres a 29 años debido a la cancelación provisional de clases presenciales. Asimismo, para conocer su experiencia educativa al usar las plataformas digitales, durante el pasado ciclo escolar 2019- 2020, y en el actual (2020-2021).
Los resultados de este estudio indican que 738.4 mil estudiantes no concluyeron el ciclo escolar 2019- 2021. De estos, 98.2 mil dejaron sus estudios de nivel preescolar, 146.1 mil cursaban la primaria, 219.2 mil la secundaria, 181.3 mil la educación media y 89.9 mil transitaban el nivel superior.
Las razones por las cuales estas personas dejaron sus estudios fueron diversas, pero las que derivaron de la pandemia son las principales. Algunas de ellas: falta de contacto con maestras o maestros, necesidad de reducir gastos por falta de empleo, cierre definitivo de centros educativos, no contar con dispositivos electrónicos para tomar clases, y por último, la idea de que no se aprende con las clases a distancia.
Tenemos que sumar a estos 435 mil alumnos, 65 mil que abandonaron la educación por falta de dinero o recursos, más 49 mil que tuvieron que dejar los libros para buscar un trabajo.
Las cifras son preocupantes, pero para el siguiente ciclo escolar (2020- 2021) hubo 5.2 millones de alumnos que ya no se inscribieron y que redujeron en poco más de una sexta parte la matrícula del año anterior, que fue de 32.9 millones de alumnos inscritos.
La estadística del Inegi también exhibe la desigualdad de género
Leer estas cifras nos sugiere hacer un análisis de cómo los mexicanos hemos sobrellevado la pandemia, pero también nos sirve para imaginar el escenario que se presentará en algunos años. Hablamos con diversos profesionales para entender más lo que representan las cifras anteriores:
La maestra en Estudios para la Paz y el Desarrollo, Laura Benhumea González, puso atención en las otras cifras que nos entrega este reporte. Así observó que las madres son quienes han dado más apoyo a los alumnos: el 84.4% de los niños preescolares son apoyados académicamente por su madre, mientras que sólo el 5.9% reciben apoyo de su padre; en primaria, el 77% de los estudiantes recibieron ayuda de su mamá y sólo el 7.9% de su papá y en secundaria el 60.2% fueron apoyados por la figura materna mientras que el 10.2% fue apoyado por su progenitor.
Según la especialista, vale la pena decir que la encuesta evidencia otra brecha: la desigualdad de género. Describe Laura Benumea: “Recordemos que no sólo las responsabilidades del hogar están en el aseo, en el suministro o en la preparación de los alimentos, sino también en la atención de los integrantes de la familia, que pueden ser los niños en edad escolar o los adultos mayores y es necesario recordar que es a las mujeres a quienes principalmente se les ha asignado este rol”. Debemos tener presente que las mujeres se han involucrado de una manera decidida en el mercado laboral, por lo tanto y bajo su perspectiva, necesitamos que la sociedad mexicana reflexione y tome actitudes más equitativas. Por consiguiente, es necesario que los varones reflexionen sobre su inclusión en las labores dentro del hogar.
Este tema es imperativo en los hogares. Algunas mujeres en el hogar tienen que “partirse en dos” para poder ser madres y profesionales a la vez. En medio de una pandemia, muchas de ellas han vivido nuevas complicaciones así como facetas de su vida, que podrían estar generando el hecho de que su niños tengan que abandonar la escuela.
Lo que debemos tener en cuenta, añadió la maestra, es que la pandemia vino a hacer más grandes los problemas que ya había en el país. Si bien ya había un gran índice de deserción escolar, este incrementó durante el periodo; la inequidad de género de igual manera creció. Por lo tanto, los círculos de pobreza e injusticia social, también están en aumento. “La pandemia vino desnudar una realidad que ya existía y que conocíamos, pero que no conocíamos la gravedad que tenía”, describe Laura Benhumea.
¿Qué pasará con el país?
La pandemia impactó contra un sistema educativo con varios rezagos, entre los que destacan la infraestructura o el presupuesto que se le dedica. Si físicamente la educación estaba en ruinas, en el mundo virtual está peor, ya que ni siquiera se contaban con las plataformas digitales adecuadas para recibir a los estudiantes, sostiene Jorge Arzate.
El desperdicio escolar es un concepto que, en palabras del doctor, tiene que ver con todas las personas que no terminan su educación. Antes de la pandemia un gran número de mexicanos ya estaba en esta circunstancia, por lo que aseveró que es preocupante saber que más de siete millones de jóvenes se sumarán. Estas personas forman un grupo de población que está condenada a tener menos ingresos, a permanecer en la pobreza, a no tener movilidad social y a no poder acceder al mercado formal de empleo. Tenemos que atender que si su situación sigue igual y no retoman sus estudios, estas personas están condenadas a permanecer en la exclusión social y en diversos estados de pobreza.
Problemas de salud mental y de fragmentación con la educación en línea
“El alumno se encuentra con el profesor, habla con él, se comunica con sus compañeros, entra al aula y hay motivación. La comunicación con sus compañeros, con los que resuelve dudas acerca de las clases, es importante; convivir con sus amigos en la cafetería, tomar un libro físicamente… ¡el hecho de tomar un libro significa también un aprendizaje y una motivación diferente!”, dice Jorge Arzate sobre la educación presencial. Las clases en línea “fragmentan la realidad”, a través de las clases en línea, toda la complejidad del ambiente educativo queda reducida a una pantalla y a una aplicación que no invita al estudiante a aprender. Es por la pérdida de riqueza en estas vivencias que el doctor opina que las autoridades deberían reactivar las escuelas en lugar de las plazas comerciales o los bares y restaurantes.
Concluyendo, esta cifra habla de tantos sectores en crisis que lo más alarmante es pensar en la salud emocional de los estudiantes. El Coordinador del Centro de Estudios Psicológicos e Integrales de la UAEM, Alejandro Gutiérrez Cedeño, nos exhorta a pensar primero en todo lo que la pandemia frustró para los jóvenes.
Las familias, ahora más que nunca, deberían actuar como una contención para ellos porque resulta mucho más difícil sobreponerse a estas circunstancias si en vez son estigmatizados. “Me parece que hoy es la oportunidad para abrazar y para aceptar”, dice el especialista. Sin embargo, Alejandro Gutiérrez apuntó finalmente que esto no es justificación para que las cosas se paralicen. Al contrario, los padres que han atravesado por la deserción escolar de sus hijos tienen dos tareas simultáneas: brindarles contención e incentivarles para que se unan a actividades que motiven su desarrollo.