Desde la Escala Wechsler hasta la teoría de las Inteligencias Múltiples de Gardner, se pone a prueba la inteligencia de los niños. Para que no haya pierde y no empieces a tratar de superdotado a tu hija o hijo a la mínima provocación, te explicamos cómo identificarles mejor y qué hacer al respecto.
¿Qué es la inteligencia?, ¿resolución de problemas matemáticos?, ¿talento musical temprano?, ¿vocabulario extenso? Este concepto es ampliamente subjetivo porque depende no sólo del contexto histórico, sino también de los factores que se usan para medirla.
En estricto rigor, la Organización Mundial de la Salud define a las personas superdotadas como aquellas cuyo Coeficiente Intelectual es igual o mayor a 130, lo cual estima, según datos del CEDAT, que al menos un millón de niños/as en México tienen una inteligencia superior al promedio. Como padres, a veces somos cegados por el amor a nuestros hijos y vemos en ellos cualidades inigualables, pero la estadística anterior corresponde a apenas el 3% del total de niños en México.
Hablamos de casos muy escasos, pero si aún sospechas que tu retoño entra en el rango de la genialidad, aquí trataremos de orientarte, a la vez de que te decimos qué puedes hacer para estimularlos de la manera correcta.
Olga Carmona, experta en Diagnóstico y Atención Psicopedagógica de Niños con Altas Capacidades, menciona que la superdotación no es simplemente una característica, sino ”una forma de ser y por ello, una forma diferente de entender y procesar la realidad”. Es importante detectarla desde la infancia con fin de garantizar un buen funcionamiento en el mundo y evitar incomprensión, soledad, desmotivación o infelicidad.
Algunos signos observables sobre las niñas y los niños que tienen habilidades cognitivas extraordinarias incluyen: buena memoria, hacer muchas preguntas, aburrimiento en clases, distracciones frecuentes, alta curiosidad, lenguaje y vocabulario desarrollado y preciso, intereses especializados o específicos, perfeccionismo, autocrítica, sensibilidad emotivo-sensorial alta y facilidad de relacionar conocimientos.
Primer paso: identificar
El primer paso es identificar estos factores, y según especialistas del Centro de Investigación y Servicio a la Educación Especial, mantener la calma con tal de no cambiar la manera en la que interactuamos con nuestras/os hijas/os. No crear expectativas irracionales o imponerles etiquetas que les causen presión.
Segundo paso: evaluar
Posteriormente, lo recomendable es acercarse con profesores para tener una observación objetiva así como consultar a psicólogas/os para aplicar evaluaciones, las cuales según Carmona, deben incluir “coeficiente intelectual, creatividad, historia de vida y estado emocional, como mínimo”. En investigaciones del CEDAT se determinó que 93% de las/os niñas/os superdotadas/os en México tuvieron un mal diagnóstico, confundiendo su potencial con TDAH, Asperger o Autismo, por lo que es crucial tomar la opinión de personas especializadas.
Tercer paso: proyectar
Una vez con el diagnóstico adecuado, se puede hacer un trabajo conjunto entre familia, escuela y especialista para determinar el mejor plan de aprendizaje, estímulos y libertad, tomando en cuenta potencial intelectual, creatividad e imaginación. Esta travesía, sin embargo, debe estar alejada de idealizaciones, es decir, se debe comprender que, a pesar de su inteligencia, nuestros hijos siguen siendo seres humanos que se equivocan.
Algo imprescindible en el proceso: ser realistas
Para tener un desarrollo equilibrado se debe, por lo tanto, no sólo estimular, sino también mantener los pies sobre la tierra. Para ello la BBC recomienda fomentar la curiosidad en la escuela y el hogar, la exposición a actividades diversas para romper la monotonía y el desarrollo de talentos o intereses para generar disciplina y compromiso. Pero es igualmente importante enseñar que el triunfo es el aprendizaje en sí mismo más que el resultado, de modo que no le teman al fracaso y siempre busquen oportunidades para mejorar.
Es importante ser conscientes de que las personas superdotadas no lo son únicamente por sus capacidades intelectuales, sino también emocionales como la empatía, sentido de justicia o inclusive hipersensibilidad sensorial. Debemos atender su autoestima, habilidad de socialización, confianza en sí mismas, etc., evitando así desarrollar una gran habilidad académica a costa de ansiedad, burn out, bloqueo emotivo o exclusión social.
Finalmente, debemos comprender que cada persona es única y tiene diferentes superpoderes. Algunas tienen facilidad para el razonamiento lógico, otras para la sensibilidad interpersonal, el contacto con la naturaleza, compresión del movimiento, etc.
Por lo que independientemente de si nuestro pequeño es genio o no, es importante sentir y expresarle orgullo por sus capacidades, así como brindarle oportunidades para el desarrollo de sus potencialidades.
La académica de la Facultad de Psicología de la UNAM, Dora María Moreno Bello, menciona al respecto: “la Inteligencia es el constructo más complejo y más abstracto de todos. Limitarlo solo a un número, en este caso al índice de coeficiente intelectual, es un error. Es importante que los padres recuerden que un número no define a su hijo”.
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