¿Con tantas clases en línea, está bien que mis hijos sigan viendo televisión?

Todas las pantallas fueron creadas para enriquecer nuestras relaciones, no para reemplazarlas. Y sin embargo, ¿qué está pasando?

Han pasado setenta años desde que el primer canal comercial, la señal del Canal 4, se inauguraba en la televisión mexicana. Desde entonces, el empleo del tiempo de varias generaciones en nuestro país y la manera en la que conocemos el mundo, empezó a cambiar. La pantalla de la TV y sus manifestaciones progresivas, ocupa ya no sólo un lugar especial en la casa sino en la vida diaria de millones de personas.

Por motivos lúdicos, informativos y laborales, nos hemos desarrollado a través de las nuevas tecnologías, pero lo impresionante es que para los más pequeños estas representan y les exigen un espacio más amplio. Las niñas y los niños se relacionan con el mundo digital con más naturaleza que otras generaciones, pues se ha vuelto parte esencial de su educación.

Hoy en día, a casi un año de que empezó la pandemia, el sistema educativo de los sectores más privilegiados ya se ha trasladado de lleno a las plataformas virtuales. Es un hecho que la educación en el 2021 depende del uso de la radio, el televisor, las computadoras de escritorio, las laptops, las tablets o los smartphones para subsanar la necesidad que la interrupción de las clases presenciales ha provocado. Desde antes de la crisis de salud, este fenómeno había echado raíces y ha sido tan radical y acelerado el proceso, que el tiempo pasan los infantes en frente de una pantalla se ha vuelto un tema importante de considerar.

El texto Tiempo en pantalla: Más allá de la televisión y hacia el futuro desarrollado por el Kansas State Research and Extension, suscribe que “Los estudios han demostrado que el consumo excesivo de medios, incluidos los medios de Internet, puede llevar a dificultades de atención, problemas escolares, trastornos del sueño y de la alimentación, depresión y problemas de peso tanto en adultos como en niños. Además, los educadores de la vida familiar reconocen el tiempo de pantalla que invade como un detrimento para el desarrollo familiar.”

La interacción, es decir, las relaciones interpersonales, son el mejor estímulo que los niños pueden recibir porque están en el momento ideal para desarrollar conexiones neuronales que serán cruciales para su crecimiento. Antes de los dos años, se recomienda que los pequeños no pasen tiempo frente a la pantalla, así se trate de un programa pensado especialmente para su estímulo cognitivo.

Previo a revisar por qué  no está bien que los más chicos pasen mucho tiempo al televisor, hay que considerar que todo tipo de pantalla o aparato digital fue construido como una herramienta para enriquecer nuestras relaciones, no para reemplazarlas. Con esto en mente, podemos hacer un esfuerzo por emplearlas de esta manera, con el cuidado que implica reconocerlas como un plus para la interacción mientras no el objeto central de ella. Esto aplica en la vida y hábitos de los adultos como en la de los niños, por lo que mientras los padres conservan una perspectiva similar a esta, pueden ayudar a sus hijos a adoptarla.

Los investigadores sugieren, por ejemplo, que si las familias comparten tiempo alrededor de un televisor o una computadora, elaboren actividades a partir de lo que ven. Si en el video que están viendo juntos, la gente baila, cocina, plática o va de campamento, entonces la mejor idea será echar a andar esas actividades, salir a vivir, discutir sobre lo que se cuestionan los personajes en la pantalla. 

Según la Revista Médica Sinergia en su texto Impacto del tiempo de pantalla en la salud de niños y adolescentes, estas son algunas de las repercusiones puntuales que el exceso de tiempo virtual puede ocasionar en la vida de tus hijas o hijos: 

  1. Sedentarismo
  2. Obesidad o mala alimentación
  3. Trastorno de sueño
  4. Retraso de habilidades motoras
  5. Menor rendimiento académico
  6. Retraso de desarrollo cognitivo y de lenguaje
  7. Dificultad de estabilidad emocional o problemas de conducta

Si estimamos que un niño debe tener entre 9 y 12 horas de sueño al día, según señala La Academia Americana de Pediatría, y sumamos las 8 horas que en promedio deben dedicarle a la escuela, restan tan sólo cuatro horas diarias que como padres podemos contribuir a que distribuyan entre sus otros intereses y necesidades como la recreación, el ejercicio, la convivencia social, el arte y la buena alimentación. Este es el screentime o tiempo de pantalla que los más chicos pueden invertir, según señala el texto  Pantallas y niños: Tiempo de uso y exposición recomendado por la AAP :

  • 0 – 2 años: Nada de pantallas
  • 2 – 5 años: Entre media y una hora al día
  • 7 – 12 años: una hora con un adulto delante. Nunca en horas de comidas
  • 12 – 15 años: Una hora y media. Mucho cuidado con las redes sociales
  • + de 16 años: Dos horas. Los dormitorios no deben tener pantallas

Si lo vemos de esta manera, no queda mucho tiempo de sobra como para darnos el lujo de que lo ocupen frente a un monitor, ¿no lo crees? Esta lógica puede contribuir a que reconsideremos nuestros propios hábitos de consumo tecnológico y construyamos estrategias alrededor de las características de nuestros hijos para regular este fenómeno dentro de nuestras casas.

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