Si estás leyendo esto es porque te reconoces, y reconoces a tu familia como clave en el tratamiento de tu hijo con Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad.
El hecho de que los padres estén en primera fila, observando el crecimiento y la conducta de los menores con Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), casi garantiza que los especialistas puedan indicar un tratamiento exitoso. El trabajo parental, sin embargo, se complica si deriva en sentimientos de culpa o en la sensación de agobio por las complejidades que se presentan en los menores diagnosticados con TDAH.
Es visible en la mayoría de los padres de infantes con TDAH el deseo de haber llevado a cabo una mejor crianza. Así lo manifiestan los entrevistados para la investigación Análisis del contexto familiar en niños con TDAH de María Dolores Grau, cuando dicen que se han sentido incompetentes al creer que han “perdido el control” de sus hijos.
Nos parece importante abordar por aquí el tema, porque la frustración o los “errores” —como lo expresan los padres— en la relación con los hijos, no son el factor detonante de los problemas de atención o impulsividad. No es así. Hagamos un repaso breve para recalcar que este trastorno muy posiblemente tenga un origen biológico. Con ese antecedente, será mejor que enfoquemos la crianza en pro de las necesidades que esto demanda, no como el origen del problema.
Los padres son el primer microcosmos de los niños. Sabiendo esto, será necesario conservar una perspectiva bilateral que los tome en cuenta a ellos y atienda su participación. Esto permitirá desechar perfeccionismos o heroísmos que de pronto aparecen en el imaginario de los padres repercutiendo en ambas partes de la relación. Como sugiere Dolores Grau:
Los modelos de crianza entendidos como la forma de inculcar disciplina, hábitos o valores, no se desarrollan de forma unilateral en los padres sino que se dan en un marco de relaciones en donde los padres reciben mensajes verbales y no verbales de sus hijos y, con ello, modulan sus estilos de crianza. Padres e hijos reciben el feedback bidireccional que va configurando su estilo educativo. Las características personales de los padres y de los hijos (saludables o patológicas), influirán sobre los propios modelos de crianza que se lleven a cabo en el entorno familiar.
No estamos a salvo de cometer errores, pero escoger un estilo educativo y construir un modelo de crianza, tiene que partir de reconocer nuestras propias ventajas y desventajas para también ver las aptitudes y los puntos críticos de cada niño.
Como puntos de partida, mencionaremos tres básicos que querrás tener presentes y que señala R.B. Burns, psiquiatra emérito de Stanford citado por Grau, para posibilitar un buen funcionamiento psicológico del niño: una aceptación adecuada por parte de los padres, la existencia de una relación paternofilial con una definición clara de los límites de las conductas y respeto de las iniciativas individuales de los hijos, dentro de los límites establecidos. Distinta pero imprescindible es la tarea de los padres en el terreno escolar, por lo que ahora dejamos un par de consejos prácticos rescatados de los testimonios de padres con hijos diagnosticados, que rescata la investigación de Dolores Grau y otros textos de carácter psicopedagógicos:
1. Favorece un buen entendimiento del TDAH
Es necesario que se mantenga una actitud positiva y realista sobre el TDAH en los ambientes en los que el niño se desenvuelve. Procura esto entre la gente con la que se involucra el niño, así como entre el grupo de profesionales educativos.
2. Mantén cercanía con el profesorado
Es importante que se establezca una buena relación con uno o más de los profesores que guían a los niños para poder realizar un trabajo en conjunto.
3. Elabora un diario
Llevar un diario más específico de los problemas y avances de los niños con TDAH, se vuelve muy útil para poder compartirlo con los profesionales y no profesionales que contribuyen en su tratamiento: psicólogos, psiquiatras, pedagogos e incluso familiares). Este diario en conjunto con la historia médica e información del niño hace una gran diferencia a la hora de que ellos planifiquen una intervención y te hace más consciente de los movimientos en su tratamiento.
4. Supervisa las tareas
Más que un problema de aprendizaje, el TDAH se presenta como problemas de planificación, por lo que si los padres contribuyen diariamente con la supervisión de las tareas que se le asignan al niño, pueden incluso implementar estrategias o agendas para que esas tareas se atiendan con éxito.
5. Observa la medicación
Si el tratamiento del niño ha requerido medicamento es necesario ver cómo evoluciona de cerca para encontrar la dosis adecuada.
6. Ofrece instrucciones claras
A la hora de supervisar las tareas o ayudarles en los temas escolares, una retroalimentación inmediata y constante es útil para los niños, así como dar instrucciones sumamente claras.
7. No agobies con la repetición
Cuando es necesario corregir algo, hay que enfocarse en un solo asunto a la vez. Se recomienda corregir sobre el mismo tema, sin repetir tediosamente hasta que el error haya disminuido, para poder pasar a otra corrección.
8. No castigues
Siempre será mejor usar incentivos.
9. Ten sentido del humor
La paciencia y el humor son tus grandes aliados. No hay por qué perder la calma, puedes pausar el tiempo de tareas, respirar y volver.
Este último punto se relaciona con lo que mencionamos al inicio de este texto: intenta descartar culpas tanto como frustraciones para poder relacionarte más efectivamente con tu hija o hijo. Es vital que tu bienestar esté a tope para poder contribuir a su tratamiento. Nuestro consejo número diez es que:
10. No te estreses
Evita a toda costa el estrés parental pues la crianza requiere tanto trabajo colectivo, como también mucho trabajo personal.
Para leer más:
R.B. Burns, El autoconcepto, teoría, medición, desarrollo y comportamiento, Editorial Ega, Bilbao, 1990.