Pros y contras del sistema Montessori

Los rasgos más llamativos de este método educativo pueden ser, para unos padres, el motivo para elegirlo y para otros, la razón para evitarlo.

Educar al niño no es transmitirle cultura sino facilitarle el hallazgo de su propio yo, con todas las riquezas de esa maravilla que es su mundo interior.

María Montessori

Por Tania Langarica

Maria Montessori no sólo fue una educadora revolucionaria, también fue la primera mujer que se graduó como médica en Italia, en 1896

La educación Montessori basa sus principios en la ruptura de un mito: no se trata del profesorado, o de las mamás o papás, quienes educando a la niña, niño o adolescente, formen un ser integral, sino de los mismos menores que consiguen autoconstruirse. Este método busca la educación racional a través de los sentidos cuando facilita que el ambiente sea una buena manifestación del universo que los estudiantes puedan cuestionar y conocer. Mientras descubren y conocen, trabajan consigo mismos y construyen tanto su personalidad como su independencia.

Dentro de la educación tradicional, son pocos los momentos en los que el conocimiento es verdaderamente incorporado/valorado gracias a que se da una experiencia completa del tema en particular y esto, muchas veces, es así por la afinidad del tema con la personalidad del ser en formación. Hay factores más decisivos que el conocimiento curricular, cuando se trata de la transformación de un ser, como escribe Dafhné Jiménez Rajal, en su texto Una visión holística del desarrollo, “el desarrollo de las mujeres y los hombres va más allá del crecimiento físico y el cúmulo de conocimiento que se pueda allegar a lo largo de los años. Es un proceso en el que intervienen múltiples factores pero que convergen en un eje: el hombre mismo.”

María Montessori fundó esta nueva manera de pensar la educación cambiando el foco de análisis. Ya no planear la enseñanza desde las exigencias del mundo hacia las niñas y niños, sino desde sus ojos hacia el mundo.

La primera vez que María Montessori se planteó preguntas sobre el desarrollo infantil, fue cuando en un internado de menores con discapacidad observó cómo jugaban con migajas de pan después de la comida. Ella se dio cuenta de que el ambiente influía en su descubrimiento del mundo y por lo tanto en su crecimiento. Cada elemento con el que se encuentra la persona en su desarrollo temprano es importante, para que pueda construir su autoconocimiento. Aunque ella se encontraba ahí por su carrera en medicina, sus observaciones fueron potenciando la idea de que si dejaba de ser tan limitada, la manera en la que las y los pequeños interactuaban con el espacio del internado, mejorarían al mismo tiempo sus múltiples inteligencias.

Esta primera experiencia es lo que detonó la creación de muchos análisis sobre el desarrollo infantil, hasta el momento en el que M.Montessori se dedica de lleno a la educación. Su mirada pedagógica se enriqueció con su entrenamiento en el campo de la salud y el bienestar físico. Además de convertirse en la educadora revolucionaria que llegaría a ser, ella fue la primera mujer que se graduó como médica en Italia, en 1896. Posteriormente, desde el año 1906 cuando se fundó la primera Casa de los Niños, la mujer propuso su formación holística de las mujeres y los hombres como una alternativa a la educación tradicionalista. 

Identificamos algunas de las particularidades del método Montessori desde donde cada uno de los lectores puede considerar si se trata de una ventaja o desventaja a la hora de pensar en la formación de sus hijas e hijos:

En vez de salones, ambientes

No hay una organización en butacas dirigidas a un pizarrón. Se procura el espacio como un ambiente ideal, fijándose en el tamaño de los objetos hasta el tipo de materiales que lo componen.

No hay personal de limpieza

Los menores tienen la responsabilidad de mantener limpio y en buen estado su ambiente escolar. Antes de regresar a casa limpiarán en equipo, por lo que aprenden a llevar esta actitud a todos lados. 

No hay materias

Los guías Montessori (no hay, “maestros”, o “misses”, como tales) tienen especializaciones muy variadas para poder encaminar bien a los estudiantes hacia los temas más relevantes que vayan descubriendo, lo que significa que no hay una agenda u horas mínimas por materia sino un recorrido por las diferentes áreas de conocimiento según la personalidad del menor.

Convivencia multigrado

María Montessori dividió los procesos de crecimiento o aprendizaje con más amplitud. Así, este método pone a convivir a niñas y niños en rangos de diferentes edades y los ambientes se vuelven multigrado. El camino de cada estudiante, en su distinta etapa de madurez, contribuye al desarrollo de los otros. 

Estigma Montessori

En el imaginario colectivo, la búsqueda y apuesta por una educación diferente, puede dar la impresión de que se debe a que el individuo en cuestión es “problemático” o tiene alguna discapacidad. En el campo de la educación y en cualquier otro, si algo sale de la norma, es percibido como extraño.

Tiempo de los padres

Salir de lo tradicional exige congruencia en casa. El método Montessori hace sugerencias puntuales a los padres de familia para abonar a la autonomía y crecimiento de sus hijas e hijos, como permitirles hacer sus actividades por su cuenta hasta eliminar palabras como “castigo” de su vocabulario. Esto implica que habrá que contar con el tiempo que se requiera para lograr objetivos cotidianos, como ponerse por sí solos la ropa o cocinar un desayuno.

No hay maestro

La educación Montessori no tiene un mentor que dice lo que es y lo que no. No hay dictados, no hay exámenes, sino un diálogo que busca interconectar y encaminar las cosas que el infante va descubriendo, con otros intereses. La tarea del guía Montessori es muy ardua al tener que contemplar y estudiar todo lo que puede suceder en determinado ambiente para que niños y niñas se autoconstruyan, pero también es muy enriquecedora porque desde la libertad y la confianza, esto se vuelve posible.

No hay calificación

Las evaluaciones son cualitativas. Lo que los guías Montessori evaluarán será, sobre todo, que sus estudiantes compartan su experiencia, lleguen a sentirse satisfechos con su esfuerzo y trabajo, y se valoren. En medio de cada objetivo, los contenidos escolares tradicionales se visitan en relación a las tendencias que tiene esa comunidad de niños en particular, por lo que una evaluación como las conocemos, también podría llevarse a cabo con éxito.

No hay tarea

Todo lo que comprende a la escuela, sucede ahí mismo. Para el método Montessori es importante que sus alumnos tengan las tardes libres para continuar con su desarrollo y conocimiento tanto personal como familiar.

Trabajo en equipo

Todo el espacio o ambiente dentro de las Casas Montessori posibilitan el trabajo en equipo. También las actividades que llevan a cabo, como la siembra o los proyectos de investigación, promueven que más de dos estudiantes colaboren entre sí.

El silencio

Así como se busca la convivencia entre los seres que habitan el espacio Montessori, se promueve el tiempo de reflexión personal. Durante el día habrá un momento específico en el que se invita al alumno a trabajar por su cuenta, en un volumen moderado.

Seguridad y confianza

La valoración de sí misma de la niña, niño o adolescente, es uno de los puntos más importantes para la educación Montessori porque esto, a su vez, permite que ellos trabajen con más continuidad e intención. Este método suele conseguir que sus participantes adquieran seguridad en sí mismos y puedan apreciar sus propias cualidades.

Es tanta la distancia entre el sistema tradicional de educación y el método Montessori, que cualquier punto de los que rescatamos puede ser tan afortunado como desafortunado al momento decisivo en el que los participantes de una familia se involucran.

Tenemos una opinión distinta sobre las familias interesadas en este método que se involucran a profundidad, pero queremos dejar las cartas puestas sobre la mesa para que la opinión de cada padre repare sobre los puntos más sobresalientes que nosotros observamos de este modelo pedagógico.


Para saber más:

Montessori, María, El secreto de la infancia, Editorial Diana, 1982.

Agradecemos a Dafhné Jiménez Rajal por compartirnos su experiencia como guía de este método en México y en Chile. 

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